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21/10/2013

El IEE cree que son unos presupuestos realistas, pero sin ambición

Noticias del IEE
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  Nota de Opinión de los Presupuestos Generales del Estado para 2013 Madrid, 21 de octubre de 2013. El Instituto de Estudios Económicos ha presentado la Nota de Opiniónsobre los Presupuestos Generales del Estado para 2014. José Luis Feito, Presidente del IEE, Joaquín Trigo, Director General del IEE, y Almudena Semur, Coordinadora del Servicio de Estudios, han señalado que las previsiones macroeconómicas sobre las que se apoyan los PGE-2014 son realistas. Esto constituye un buen punto de partida de cara a la credibilidad y a la confianza que estos deben inspirar en un contexto como el actual, dada la vulnerabilidad que se deriva de nuestro elevado nivel de deuda, que para el próximo año se situará cerca del 100% del PIB, elevándose en más de diez puntos para el conjunto de las administraciones desde lo previsto en los PGE de 2013. Este problema va a exigir un firme e inquebrantable compromiso del Gobierno con la consolidación presupuestaria durante los próximos años y, sin duda, va a suponer un freno a la capacidad de crecimiento económico durante un largo periodo de tiempo. Según el informe presentado por el IEE, la ausencia de tensiones en los mercados financieros y el retorno de los flujos procedentes del exterior han contribuido a la rápida estabilización de la primera mitad del año, lo que ha llevado a que tanto los organismos internacionales como las instituciones privadas, mejoren las previsiones de crecimiento del PIB el año próximo, en línea, o incluso superior, al 0,7% proyectado por el Gobierno en el cuadro macroeconómico que acompaña a los PGE-2014. Del Presupuesto de gastos se pueden extraer dos conclusiones: en primer lugar que son alcanzables, ya que las partidas más relevantes sobre las que el gobierno no puede influir –sin realizar cambios regulatorios-, es decir pensiones, prestaciones por desempleo y gastos financieros, han sido calculadas de una manera realista. La segunda conclusión es que el esfuerzo del Gobierno en reducir el gasto en estas Cuentas ha sido nulo, exceptuando el proyecto de reforma de las pensiones. Por lo tanto, se fía el cumplimiento del objetivo del déficit al aumento de los ingresos derivados de la mejoría de la actividad económica y de medidas que suponen un incremento de presión fiscal. Debemos insistir, una vez más, en la necesidad de reformar completamente la Administración Pública para reducir su tamaño, hacerla más eficiente e introducir incentivos en la gestión de personal. Asimismo deben replantearse muchos programas de gasto y algunas prestaciones sociales, entre ellas la prestación por desempleo. Partida de gastos El gasto en pensiones será algo más de un 11% del PIB y supone la tercera parte del gasto consolidado total, gasto que viene creciendo de manera insostenible al ritmo de 5.000 millones anuales, de ahí la importancia que tendrá la proyectada reforma del sistema de pensiones. Por otro lado, para las prestaciones por desempleo, la dotación de este ejercicio parece verosímil ante el previsible descenso del desempleo el próximo año. Dado el enorme peso de estas partidas, solo a través de reformas estructurales podrá limitarse a largo plazo de forma significativa su crecimiento. Existe margen para el ahorro en las prestaciones por desempleo cuya duración es de las más largas entre los países de nuestro entorno, de forma que se compatibilice la necesaria protección social con los incentivos adecuados a la formación, el reciclaje y la búsqueda activa de empleo. Una reforma fiscal efectiva Los PGE de 2014 recogen en sus previsiones sobre ingresos un crecimiento de la recaudación impositiva del Estado y de la Seguridad Social de un 2,3% adicional respecto al año anterior. El aumento viene avalado por la recuperación económica y por el aumento de la presión fiscal. El menor crecimiento del PIB nominal en relación a las expectativas de crecimiento de los ingresos ha provocado un aumento de la presión fiscal. El peso en la recaudación de los impuestos directos continúa siendo superior al de los indirectos. Los primeros introducen un efecto renta negativo, a lo que hay que añadir  la distorsión en las decisiones de consumo y ahorro que introducen ambos tipos de imposición. Sería recomendable abogar por una estructura tributaria más compensada que no penalizara el trabajo, dado el nivel de desempleo, ni tampoco el ahorro. La recaudación esperada en concepto de impuestos directos supone un leve incremento del 2,5% en relación al año 2013. El crecimiento más destacado viene de la mano del Impuesto sobre Sociedades, dado que, para el próximo ejercicio, se esperan aumentos de un 17,4% en relación al Presupuesto inicial de 2013, motivado por el efecto de los cambios normativos, lo que se espera que provoque un ensanchamiento de las bases imponibles. La supresión de la deducción de las pérdidas de entidades participadas erosiona los incentivos para recuperar la inversión y supondrá un freno a la actividad, especialmente a la de aquellas empresas con presencia en los mercados internacionales. Las perspectivas de recuperación económica se verían reforzadas por una reforma fiscal orientada a equiparar algunos tipos impositivos, como el del Impuesto sobre Sociedades, hacia niveles europeos en aras de potenciar la eficiencia productiva y garantizar el objetivo de neutralidad. El Impuesto sobre Sociedades continúa siendo uno de los más gravosos de Europa con el consiguiente impacto en la competitividad empresarial. La reducción de la presión fiscal soportada por nuestras empresas debería ser prioritaria. Como era de esperar, los ingresos en concepto de cotizaciones sociales de empresa y trabajadores a la Seguridad social experimentarán una contracción de cerca del 4% ante la frágil situación del mercado de trabajo en 2014. España sigue siendo uno de los países con mayor nivel de cotizaciones sociales, sobre todo las que soportan los empleadores, con el consiguiente incremento adicional de los costes empresariales. Déficit público Para 2014, en consonancia con la nueva senda de consolidación fiscal, el objetivo de déficit se sitúa en el 5,8% del PIB, cifra que dota de flexibilidad al ajuste de las cuentas y que debería ser aprovechada. En cuanto a la posibilidad de que se produzcan desvíos en la ejecución del Presupuesto del año que viene, en este caso queda descartada. Los PGE deberían incorporar un detalle de partidas de ajuste y de la prioridad entre ellas. Así, en caso de que se produjera cualquier desviación imprevista en el déficit, las partidas menos prioritarias se suprimirían de forma automática, evitando desviaciones de la previsión inicial por la vía del gasto sin tener que recurrir a subidas impositivas, que aumentan la presión fiscal y merman la recuperación económica, como ya ha ocurrido en recientes períodos presupuestarios. No se debe de perder de vista el objetivo de una reducción importante del déficit mediante unos Presupuestos realmente austeros que resultaran fundamentales para frenar una espiral de déficit-deuda que dificulte aún más las condiciones de financiación; por tanto austeridad real, menos déficit y contención de deuda deberían ser los tres pilares de estos Presupuestos si de verdad se pretende que sean los que establezcan un punto de inflexión hacia el crecimiento económico mediante la recuperación de la credibilidad de las Cuentas Públicas y el acceso al crédito de las empresas y de las familias.