IEE en los medios
[highlight style="light"]Artículo publicado por Francisco Cabrillo, Think Tank Civismo, el 4 de febrero en Expansión [/highlight]
No cabe duda de que, cuando se debate sobre el nacionalismo, lo sentimental prevalece, a menudo, sobre lo racional. Sin tal sobrevaloración delo emotivo no se entiende, por ejemplo, que tanta gente esté dispuesta a pagar el elevadísimo coste que le supondría la independencia de Cataluña, empezando por la exigencia de salir de la Unión Europea en medio de la peor crisis económica de las últimas décadas. No entro en el tema de si los de Madrid y los de Barcelona nos queremos mucho o poco. Pero, como economista, tiendo a pensar que las personas actuamos con un cierto grado de racionalidad en defensa de nuestros propios intereses; y esto implica, con frecuencia, adoptar estrategias de colaboración, aunque las vísceras nos pidan justamente lo contrario. Esto es lo que afirma un teorema muy interesante del análisis económico, que fue formulado hace ya bastantes añospor Gary Becker.
Se denomina –no me digan que no es atractivo el término- el “teorema del niño perverso”. La idea básica es que, definidas unas determinadas condiciones, a las personas que forman un colectivo les interesa no perjudicar a otros miembros del grupo, ya que acaban internalizando el daño que generan. Pero parece que hay gente que prefiere ser pobre en un país independiente… o, lo que puede ser más realista, hay mucha gente a la que se puede convencer con argumentos que ninguna persona con un mínimo de información aceptaría.
El Instituto de Estudios Económicos acaba de publicar un libro muy interesante en el que varios especialistas utilizan la racionalidad económica para valorar la propuesta de secesión planteada por el gobierno de Cataluña. La cuestión catalana, hoy (IEE 2013) aborda los aspectos económicos más relevantes de una posible independencia de la región. Algunos, como los controvertidos temas de las balanzas fiscales o del supuesto “expolio” que sufre Cataluña son bien conocidos.
Pero lo que me parece más interesante de este libro es el estudio de los aspectos monetarios y financieros de una hipotética separación, que Clemente Polo analiza con gran claridad. En primer lugar, está la cuestión de cómo se distribuirían los activos y pasivos del sector público; empezando por la espinosa cuestión de cómo se repartiría la deuda pública del Estado cuando Cataluña tiene un nivel de solvencia mucho más bajo que España y ningún inversor querría que el cobro de sus títulos dependiera del gobierno de una Cataluña independiente. Y, más importante aún, cómo funcionaría el sistema de monetario de un país que, al menos al principio, trataría de seguir utilizando el euro, pero que estarían fuera de la zona euro y no contaría con los instrumentos que a los países miembros ofrecen la Unión y el Banco Central Europeo.
El resultado sería que la oferta monetaria del nuevo país estaría determinada por el saldo de su sector exterior. Y, dado que, seguramente, muchas entidades financieras se marcharían de la región para seguir bajo el paraguas del BCE y se produciría, además, una importante salida de capitales, seguir utilizando el euro podría tener como resultado una recesión mucho más grave que la que la región sufre en la actualidad. Las presiones para dejar de usar el euro y crear una nueva moneda serían muy fuertes. Y no es difícil imaginar los problemas de inflación e inestabilidad que generaría una hipotética divisa catalana.
Esto es economía pura y dura; y las conclusiones que de este análisis se pueden obtener son bastante claras. Pero la teoría económica nos permite explicar también determinados comportamientos que, siendo en apariencia irracionales, en realidad tienen pleno sentido; no desde el punto de vista de los intereses dela mayoría de la población, ciertamente; pero sí desde el punto de vista delos políticos en el poder, que maximizan sus propias funciones de utilidad. Todo indica que, en esta historia, los intereses particulares del Sr. Mas y su grupo pesan mucho más delo que deberían; y que el referéndum ilegal por la independencia se ha convertido en la última carta que le queda a un político que ha llevado a su región a una situación de la que va a resultar muy difícil escapar.
Joaquín Trigo, director general del Instituto, termina un breve capítulo, en el que analiza lo sucedido en el último año, con una pregunta fundamental: ¿cui prodest? Es decir, a quién beneficia este absurdo proceso en el que nos vemos inmersos hoy todos los españoles, cuando ni siquiera sabemos si podremos pagar la deuda pública o si nuestros hijos tendrán que emigrar para encontrar un empleo. Juan Togores, otro de los colaboradores de la obra, contesta, en cierta forma, a esta cuestión en las páginas finales del libro.
En su opinión, la independencia no solucionaría el grave problema que para España supone la existencia de lo que Acemoglou y Robinson denominan “instituciones extractivas”, controladas por unas élites que viven a costa de la mayoría de la población. Todo indica, por el contrario, que, en el nuevo Estado, consolidarían su poder unas élites extractivas que ya existen; y, además, sin los problemas quela administración de justicia y lo que queda del marco institucional del Estado español aún les plantean. Para darse cuenta de lo que podría suceder, basta con leer los periódicos… especialmente aquellos que se publican fuera de Cataluña.