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05/01/2015

Adíos a la crisis

IEE en los medios
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[highlight style="light"]Artículo de opinión de Almudena Semur, Coordinadora del Servicio de Estudios del IEE, en el diario La Razón, el 28 de diciembre de 2014[/highlight] Confianza en nosotros mismos es ahora la virtud que más necesitamos para dejar atrás las secuelas de la crisis. El escenario ha cambiado. Solo en un año, hemos pasado de una contracción de PIB del 1,2%, a un crecimiento del 1,4% apoyado en la fortaleza de la demanda interna privada. El crecimiento ininterrumpido de la inversión en bienes de equipo, el tono sorprendentemente mantenido por el consumo de los hogares, que de seguir así, cabe esperar para el conjunto del año un crecimiento del 2.1%, la evolución positiva de las exportaciones en un contexto internacional desfavorable, la creación de empleo indefinido y a tiempo completo, la reactivación en el sector de la construcción, así como la finalización del ajuste bancario, unido al continuo aumento de la competitividad y la internacionalización de las empresas, avalan que la crisis ha quedado atrás. Además, la inyección de renta en vena que supondrá la bajada del petróleo, unido al descenso de los costes de financiación y la reforma fiscal, nos situara en el escenario perfecto para el despegue. Tal es así , que el crecimiento de nuestro PIB en el 2015 ascenderá un 2,5%, si no más, siempre y cuando, no haya turbulencias en los mercados internacionales derivados de la retirada de la política monetaria expansiva de EEUU, la economia europea transcurra por los cauces previstos, el precio de petróleo se mantenga en torno a 70 dólares el barril y sigamos por el camino reformista emprendido. Tanto las instituciones como los mercados, han reconocido el extraordinario esfuerzo realizado, tanto por la ciudadanía como por los agentes sociales y gobierno en la corrección de desequilibrios con tal de que la recesión expulsara todo el veneno que llevaba dentro. Hemos ganando la confianza de los de fuera, pero lo que está claro es que está costando recuperar la confianza de los de casa. Los millones de parados que ha dejado la crisis unido a los sacrificios soportados por las familias, lógicamente se traduce en desconfianza. Pero de lo que no cabe duda, es que gracias a la reforma laboral, el crecimiento de nuestra economia esta siendo acompañado por una reducción del paro y una creación de puestos de trabajo a un ritmo más intenso del previsto. Nunca con un crecimiento del 1,4% del PIB, la creación de empleo había aumentado en una tasa próxima al 1%. Y es que en nuestro país, así como en las fases recesivas del ciclo económico destruye más empleo que el resto de los países de nuestro entorno, en las fases expansivas, crea mucho mas de lo previsto. De seguir con el escenario marcado, a finales del 2015 nuestra cuota de paro puede llegar a situarse por debajo del 20%. Desgraciadamente, la recuperación económica no hará desaparecer el numero de desempleados con la rapidez que desearíamos al ser una buena parte del paro, estructural y no cíclico, lo que obliga a flexibilizar el mercado laboral tanto en las salidas como las entradas, así como a impulsar la movilidad geográfica, sectorial y ocupacional de los trabajadores. Mientras no consigamos reducir el numero de parados, será indispensable continuar con ganancias de competitividad a través de la moderación salarial que seguirá siendo clave para la recuperación. Gracias a la misma, se han podido salvar empleos. Y contrariamente a lo que se piensa, la moderación salarial no incrementa la desigualdad. Lo prioritario en materia de desigualdad es evitar una fractura en el mercado laboral entre los que tienen empleo y los que no lo tienen. Será la curva creciente del empleo el mejor estímulo para que los ciudadanos comiencen a recobrar la confianza en la política económica emprendida. Pero no hay que bajar la guardia. El disfrute de un periodo de expansión, no debe de ser excusa para relajar la vigilancia. Necesitamos un crecimiento sostenido en el tiempo. Y a pesar de que la contribución del sector exterior probablemente el próximo año será negativa por el debilitamiento de los mercados exteriores. Nuestra economía debe y puede aumentar sus exportaciones. El fuerte repunte de las importaciones como consecuencia del crecimiento de la demanda interna en buena medida refleja la debilidad de nuestro modelo productivo cuya corrección solo se verá a largo plazo mediante políticas que impulsen la inversión productiva en nuevos proceso de I+D, así como en la formación de capital humano. Abordaremos el nuevo año con elecciones junto con la irrupción de movimientos populistas prometiendo bienestares materiales mediante la sustitución del estado de las cosas, lo que dicho sea de paso tendrá un precio al que se llamaremos coste. La diferencia entre el coste soportado por la ciudadanía y la meta pretendida podría dar un hipotético beneficio siempre y cuando la acción alcanzara el fin previsto. Pero suele suceder que la acción prevista no logre alcanzar el fin propuesto, lo irremediablemente produciría una perdida cuya fractura tardaría años en arreglarse .