IEE en los medios
[highlight style="light"]Artículo publicado por Joaquín Trigo, Director General del IEE, el 26 de agosto en La Vanguardia [/highlight]
Hace medio siglo se mencionaba tranquilamente la frase “me encanta pagar impuestos, con ellos compro civilización”. Los impuestos de hoy atienden a muchas necesidades que van más allá de la civilización, como las deudas acumuladas, las preferencias de los gestores, la superposición de niveles administrativos públicos y sus múltiples medios de información, la subvención de muchas actividades -algunas interesantes y convenientes-, los funcionarios y empleados que gestionan esas actividades y otras prestaciones que configuran un largo etc. interesado en ampliar sus recursos aunque sea a costa de frenar el crecimiento económico. Para recuperar ese crecimiento y el empleo que aporta se impone, transitoriamente, un aumento fiscal importante que frenará el empleo y el consumo pero que se espera que permita volver al crecimiento y el empleo.
Los cambios en la tributación, además de la recaudación, obligan a estudiar las implicaciones, a tratar de minimizar su carga y, cuando se puede, aprovechar para ganar clientes y cuotas de mercado, de lo cual podría salir algo útil. La llamada deflación interna se puede obtener con el apoyo de la nueva carga fiscal y el impulso de competitividad que se deriva de un aumento sustantivo y generalizado del IVA que entrara en vigor el 1.9.2012. La primera impresión lleva a pensar en un aumento generalizado de los precios, a una reducción importante del consumo y de la capacidad de ahorro de las familias, pero, tanto los productores como los compradores buscan vías para reducir el deterioro de sus ingresos y al hacerlo recompone buena parte de la economía.
En primer lugar, las empresas que mantengan los precios o los aumenten poco, obtendrán más cuota de mercado, afianzarán a sus clientes y accederán a otros nuevos. Eso se logra reduciendo el margen de beneficios y confiar en que el aumento de ventas compense la detracción fiscal, pero hay opciones mejores y que han dado resultados en situaciones delicadas como la actual. La alternativa mejor pasa por reducir los costes de producción a lo largo de toda la cadena de producción, de transporte, de venta y post venta. Las mejoras suelen provenir de innovaciones que transforman el producto o la forma de elaborarlo. En ambas aparecen cambios sustantivos que dan lugar a invenciones y nuevos productos o, simplemente, reducen el tiempo de elaboración, mejoran la robustez, cambian componentes o los procesos de montaje. Así pues hay dos formas de conseguir la reducción de costes de producción, el cambio innovador y drástico o la reducción continua que acumula las ideas de toda la plantilla, las sugerencias de los proveedores, la comparación con los competidores y la escucha de los clientes para adaptarse.
Los procesos industriales pueden ser largos y las mejoras en cada eslabón benefician a toda la cadena. Siempre hay formas de mejorar, los que las encuentran progresan los otros desaparecen. En países como Alemania y Japón la relación entre trabajadores y dirección es intensa, la cooperación es fluida, es útil y aporta confianza. En los países mediterráneos hay menos relación y cierto distanciamiento que ayuda poco a trabajar pensando el conjunto de la entidad. Probablemente el hecho de que los estudiantes no tengan la oportunidad de pasar una parte de sus vacaciones trabajando en alguna empresa y, también, las dificultades que los que estudian formación profesional, explican estas diferencias. Sea lo que fuere, es importante encontrar la forma de ganar en eficacia lo que capacite para reducir costes de producción en cuantía capaz de compensar el aumento del IVA o cualquier otro.
El objetivo a lograr es que nadie pierda, lo que se puede lograr si cada parte reduce sus costes y precios, pero manteniendo los márgenes. Así, la carga fiscal que ha aumentado, se aplica al mismo producto a un precio menos que y, lo que es de la misma importancia, la capacidad de vender y exportar aumenta. La devaluación interna es esto y no implica pérdidas, requiere hacer más y mejor con menos coste y tiempo. La evolución da esto, pero lentamente. Uno de los aspectos que marca las diferencias entre empresas, e incluso entre países, es la capacidad de cambiar rápidamente y para mejor.