IEE en los medios
[highlight style="light"]Artículo del director general del IEE, Joaquín Trigo, publicado el 14 de febrero de 2012 en El Economista [/highlight]
Desde el retorno de la democracia, todos los Gobiernos han cambiando las normas laborales para aumentar el empleo y su calidad. Hasta ahora, todos los intentos sólo lograron nimiedades, fueron cuestionados y fracasaron. El nuevo intento es más preciso y amplio, lo que no obsta para que la posición sindical, opuesta al cambio y garante de la herencia de la autarquía, se centre en descalificaciones de poco calado, aunque aciertan al afirmar que esas normas, por sí solas, no generarán mucho empleo, pero contribuyen a financiar empresas pequeñas, que en España son la inmensa mayoría.
El empleo masivo volverá cuando lo haga la demanda. Su rapidez, volumen, calidad y continuidad se beneficiará de estas normas, que son más ágiles y sencillas que las precedentes y que deberían ser un quitamiedos frente a la nueva contratación. Las empresas contratan y emplean para producir, aportar un producto o servicio, ganar dinero y crecer. Su éxito depende de tres cosas. Sobre dos pueden actuar: la calidad de su gestión y la de su oferta. La otra es la suerte que aportan cambios, inventos, crisis… y que se relaciona con el entorno normativo, las políticas fiscales y monetarias, el ritmo de la innovación, la presión de la competencia interior y la producción externa, entre muchas otras variables.
En los últimos años, muchas empresas no contrataban por temor a no poder pagar el alquiler o la Seguridad Social, por miedo a encontrarse sin nada tras pagar indemnizaciones, por la rigidez para adaptar la plantilla a las exigencias de la demanda o todo junto. La decisión de despedir es delicada y especialmente dolorosa, por lo que: 1) A nadie le agrada el mal momento de prescindir de alguien con quien se ha trabajado y decírselo a la cara. 2) El resto de la plantilla lo siente como un indicio de que habrá más bajas y se desanima. 3) La dirección lo apoya poco o nada, porque deteriora la imagen de la empresa. 4) El banco no suele dar de buena gana financiación para pagar a alguien que se va. 5) Los nuevos créditos, si los hay, son menores, por menos tiempo y más caros. 6) La persona despedida puede irse a trabajar con lacompetencia, aportando conocimientosrelevantes de los que ésta carecía.
El despido es traumáticopara ambas partes. Hay casos abusivos de absentistas habituales que lo justifican y también ocurre, pero es raro, que haya despidos improcedentes, pues nadie –cuerdo– prescinde de un colaborador valioso. La dicotomía entre despido procedente e improcedente es una rémora de la autarquía, donde la competencia externa era irrelevante y la innovación poca, los emigrantes enviaban remesas a la familia, se podía devaluar la moneda… y los sindicatos, obligatorios pero trufados de izquierdistas. Recuérdese que el ideario preponderante se denominaba nacional sindicalista. Cierto que algo avanzaba gracias al turismo y otras ayudas, pero el enfoque autárquico es inadecuado en una economía abierta, exigente, sometida a innovación continua y globalizada. La producción transforma recursos ciertos y disponibles para conseguir un resultado futuro e incierto.
Para quienes piensan en el futuro y sus riesgos, las altas barreras de salida en la relación laboral actúan como una barrera de entrada, porque se anticipan e inciden en las decisiones de contratar y ampliar, continuar o reducir. De ahí la importancia de la nueva norma que facilita la entrada mejorando la calidad de la búsqueda de empleo, ayudas a parados, jóvenes, mujeres, emprendedores, contratos temporales, aportaciones a empresas que contratan. También contribuye a la simplificación y agilización de los expedientes de regulación de empleo y a la posibilidad de que las empresas en crisis puedan despedir con 20 días de indemnización, lo que facilita una recontratación futura. Adicionalmente, hay ventajas para la formación, más flexibilidad para descolgarse de convenios de ámbitos superiores y para actualizar los otros.
Lo que se aporta es mucho e importante. Las empresas extranjeras valorarán lo que se presenta, porque se acerca a la media de la UE y evita incidencias atípicas. El Gobierno ha sido considerado con los sindicatos y ha pospuesto otros temas relevantes, que deben debatirse en los próximos meses y que aportarán el resto del andamiaje de la modernización laboral. Por ejemplo, pulir la ayuda a la formación para que sea precisamente eso; los horarios; el papel de los liberados y otros, como el absentismo laboral injustificado, especialmente alto en España y que perjudica a los compañeros, a la empresa, los clientes, la sanidad pública y todos los ciudadanos, que deben sufrir por ver reducido su acceso a las prestaciones sanitarias porque sus efectivos han de atender a quienes fingen.